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Cuando la visibilidad incomoda: los videos de la ONPE y el odio digital


Un teléfono con el video controversial recibiendo mensajes de odio

En los últimos días, hemos visto cómo las plataformas digitales se han convertido –una vez más–  en un campo de odio y discriminación hacia las personas LGTBIQ+. Esta vez la víctima fue el activista Bruno Bencich, por su trabajo en la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE).  


En unos videos difundidos a través de las redes de la ONPE, Bruno explicaba cómo los peruanos debemos llenar una cédula de votación durante el proceso electoral de 2026. El video fue sumamente didáctico y eso se reflejó en el agradecimiento de muchas personas a través de los comentarios. Sin embargo, a través de diversos programas de streaming Bruno fue criticado e insultado por su expresión de género.  


Del “chiste” a la violencia: la normalización del discurso discriminatorio

Esta situación por supuesto que no es nueva, pero no por eso debe dejar de indignarnos. Tener un altavoz a través de las plataformas digitales exige ser responsables con la libertad de expresión y de opinión, respetando los límites y derechos de todas las personas. El discurso de lo “políticamente incorrecto” o de la “broma” no ha sido ni será una excusa para insultar, ofender y vulnerar derechos. Las personas LGTBIQ+, nuestras expresiones y sentires no somos tu chiste infantil de secundaria. Los medios digitales tienen un deber de respetar los derechos de todas las personas. Cabe recordar que la legislación vigente también aplicable al entorno digital, por lo que cualquier incumplimiento debe dar respuestas ante los órganos judiciales correspondientes.  


El caso de Bruno es especialmente particular por diversos motivos. Primero, se trata de un funcionario público que, en el ejercicio de sus labores, está siendo víctima de un hostigamiento sexual por motivos de su expresión de género. La misma entidad es la primera en ser llamada, como empleadora, a tomar cartas en el asunto. Segundo, este caso refuerza que justamente la visibilidad de nuestras existencias es lo que molesta a los sectores ultraconservadores y homofóbicos. En ese sentido, la respuesta no esevitar más apariciones de personas LGTBIQ+; sino por el contrario responder al odio con más presencia y más orgullo.   


Por último, no podemos olvidar que el caso se presenta en un contexto electoral, en el cual miles de personas LGTBIQ+ sufren discriminación y violencia; tanto durante la campaña, como en el momento mismo de ejercer el voto. Expresar nuestra solidaridad con el caso es también una forma de resistir y dar respaldo a todas esas personas LGTBIQ+ que han tenido miedo de ser ellas mismas, que han sufrido discriminación, sea en entornos digitales o analógicos. No están solos. Desde este espacio vamos a seguir trabajando para defender nuestros derechos y existencias. 

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